Las relaciones entre los directivos y sus compañeros son extremadamente importantes para determinar el liderazgo.
Al trabajar por tantos años con el talento humano de las empresas, comienzas a conocer y reconocer, las diversas fortalezas y debilidades. De esta manera te encuentras con historias que se repiten con diferentes personas. Sin embargo, en el mismo ámbito laboral podemos encontrar al denominado saboteador.
Por lo general, es una persona que esta dispuesta a dañar el trabajo del equipo y que intenta con todas sus fuerzas, impregnar a todos de su energía negativa.
Es una persona tóxica, en eso estamos claros, y, sobre todo intenta llevar consigo una porción de veneno diaria para esparcirla por toda la oficina. Es de estas personas que, mientras el equipo de trabajo está interesado en llegar a los resultados que se le exigen. Esta persona intenta desacreditar al líder o a los directivos de turno, sin argumentos, simplemente porque si.
En la gestión del talento tenemos una serie de razones por las cuales pasamos de administrar a gestionar.
Una de ellas es la mejora constante en la comprensión de la inteligencia emocional y la gerencia de las emociones. Aunque, nos encontremos con los saboteadores de turno que esperan la mínima oportunidad, para perjudicar las relaciones entre directivos y compañeros de trabajo.
Recordemos que la gestión es un sistema que tiene políticas, conceptos y prácticas coherentes entre sí. Cuando tenemos a un saboteador, estos tres elementos se hacen imposibles. Llegan a estar en un ambiente extraño y donde se genera la confusión.
No existe claridad en conseguir los objetivos y alcanzar los resultados que se habían propuesto. La responsabilidad de las personas comienza a decaer y esto, lleva a grandes fallas en las entregas de tareas diarias o semanales.
Comienza un desinterés generalizado por los medios, métodos y la elección de hacer lo necesario para alcanzar los objetivos.
La imagen del líder se daña, según, el saboteador comienza a hablar y decir lo que sus emociones negativas le hacen decir. Todo esto, delante de sus compañeros y desprestigiando cada cosa que haga el directivo sin importar si fue positivo.
Quiero recordar que este personaje existe, y un directivo debe aprender a llevarlo a su terreno. Buscar lo que hay en sus intenciones y determinar si esta persona es necesaria en la organización o no.
El talento humano necesita de personas que saben destacar sus fortalezas en las tareas y objetivos logrados. No es necesario, dejar que nuestro sistema sea perjudicado por gente tóxica. Y, es necesario, dejar claro los objetivos a alcanzar, sin dañar las relaciones entre los directivos y sus compañeros.