03ec43c35d8b4b968f18e28373fa2a7f La energía del liderazgo

La energía del liderazgo

La energía del liderazgo ha estado presente en todas las conferencias que he visto y he estado como público. He tenido la oportunidad de sentir como emanan una energía vibrante los conferencistas.

Recuerdo, dos días de conferencias, sin parar más de diez mil personas en un mismo lugar. Y una mañana, justo a las once, todo el mundo de pie y bailando.

Sin necesidad de estimulantes, ni alcohol, ni ninguna otra cosa. Solo nosotros, disfrutando de todo lo que estuvimos viviendo y aprendiendo.

La energía del liderazgo cuando se esparce, revitaliza, contagia y libera las mejores emociones. Y lo más importante hace que las personas demuestran una actitud positiva increíble.

¿De dónde logran sacar los conferencistas esta energía?

Todo se basa en la autoconfianza y la autoestima de esa persona, del poder de transmitir su actitud mental positiva a los otros que lo escuchan y le ven. Eso, conectado a una historia que sea real y que toque el corazón de los asistentes, podrá llevarte a superar miedos, límites y romper con creencias arraigadas en nuestra mente.

Las mismas creencias que nos paralizan, que nos llenan de miedo y nos hacen cerrar toda oportunidad de cambio en nuestras vidas. Por eso, la energía del liderazgo es tan importante para los equipos de trabajo.

Es bien sabido que empleados de empresas, mejoran sus resultados y rendimiento como equipo, cuando la empresa inicia un plan de incentivos, reconocimientos y afirmaciones basados en el buen trabajo de los miembros.

El reconocimiento del líder

El reconocimiento lleva a las personas a mejorar de forma inmediata, a buscar resultados para lograr que vean lo bueno que él o ella es capaz de hacer.

Sólo se consigue a través de un líder capacitado para canalizar la energía del liderazgo de tal manera, que los empleados se sientan emocionados cada vez que ese líder está con ellos.

Lo que a su vez, les lleva a trabajar con más actitud y energía positiva, buscando resultados increíbles. Parece sacado de fábula, como los gestos, las palabras y la energía de una persona, pueden sacar lo mejor de otras.

Hace muchos años, yo trabajé en una compañía donde el encargado nacional era mi jefe. Este señor no tenía una actitud positiva, al contrario, era fatalista y un negado de esos, de primeros puestos, aquel de: yo llevo la bandera.

Su jefe, el vicepresidente internacional de la empresa, era un líder nato.

La gente de ventas se movilizaba a vender como nunca, cuando sabían que ese señor llegaría al país donde estábamos nosotros.

Por cosas del destino, la oficina principal de la empresa estaba en otro país y este líder vivía allá. Así pues, cuando se anunciaba que este señor venía, las ventas se disparaban y todo el mundo comenzaba a vender como si no hubiera mañana.

Y sabes qué, no era por miedo o por ganar más dinero que la gente de ventas lo hacía.

Había algo detrás, mucho más impresionante.

Un día, hablando con algunos compañeros, ellos me dijeron, “tú la última vez que el señor “X” vino, no lo viste porque estuvimos con él en formación.  Ya verás cuando lo conozcas, te va impactar, él es de los mejores.”

Yo revisé todos los resultados de ventas, en los meses de visita de este señor y yo pregunté si había incentivos cuando él venía. Y generalmente no los había, sólo en contadas ocasiones y ciertos concursos nacionales que se hacían. Pero, nada más.

El día que lo vi, el señor “X” venía con mi jefe. Y me preguntó, al mismo tiempo que extendía su mano: ¿Usted es Laura? Yo contesté sí y le di la mano. Inmediatamente me dijo: “Gracias Laura usted es una campeona. Gracias por ayudarnos a resolver los inconvenientes antes de mi llegada. Quiero decirle que su trabajo con los reportes de ventas es magnífico, usted tiene la garra y la fortaleza de una campeona.”

Yo me quedé, con la mirada perdida en su cara, porque además, todo esto me lo dijo mirándome a los ojos y  con una sonrisa tan amplia, al mismo tiempo que sincera.

Y yo pensando: «me llamo campeona, a mí, que no me dan ni las gracias.»

Él entró y todos los vendedores fueron pasando uno por uno a la oficina. Y esto no era porque él tenía una reunión con cada uno, no.

Sencillamente, la gente se apostó en una fila, a esperar que él les diera permiso para pasar. Y esa fila era solo para saludarlo.

Él los saludaba a todos y cada uno. Se levantaba a recibirlos en la puerta y los llevaba a su escritorio, al terminar les acompañaba para despedirse y les abría la puerta.

El vicepresidente internacional. ¡¡AHHH!! Pues sí, ése era el líder.

El equipo de ventas se volvía loco, cuando este señor anunciaba su llegada y créeme, las ventas incrementaron.

El aprecio sincero que mostraba

La forma de saludar cada mañana a todos, su sonrisa, energía y sobre todo el respeto hacia los otros.

Todo ese conjunto, hacia la energía de su liderazgo y lo transmitía a todo el mundo.

Cuando yo dejé de trabajar con esta empresa. Al único que extrañaba de allí y al que sigo admirando hoy en día, es al señor “X”. En la actualidad es el presidente de la empresa. Un hombre al que admiré y admiro.

La energía de su liderazgo

Su liderazgo es absolutamente cautivador y su energía altamente contagiosa. La energía del liderazgo es necesaria y debe ser sobre todo auténtica.

La energía positiva, la actitud y el reconocimiento pueden lograr movilizar a las personas, mucho más que el dinero. No lo olvides.