Hasta que no cambia nuestra manera de entender las cosas o de percibirlas. Nuestros paradigmas no cambian, las creencias no se rompen y nuestros resultados siguen siendo los mismos.
Cuando el líder cambia de percepción
Cuentan que un rey del lejano Oriente, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales. Y sin embargo, era un hombre de profunda espiritualidad.
Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.
Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó:
“Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?”.
El rey le dijo:
“Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré”.
Al término del paseo, el rey le preguntó: “¿Qué piensas de mis riquezas?”
El súbdito respondió: “No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagará”.
El rey le dijo: “Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera”
Hay personas que viven persistentemente hundidos en los mismos paradigmas de siempre. En las creencias que les dieron sus padres o abuelos, incluso el entorno donde han vivido siempre.
Hay gente que te dice: “Yo soy pobre, porque mi padre fue pobre, mi abuelito fue pobre, vivo en un barrio pobre y no encuentro un mejor trabajo porque soy pobre”.
Otros dirán: “Yo no puedo ser más que un obrero mi madre lo fue, mi padre lo es, mis amigos son obreros y por tanto es mejor seguir de obrero”.
Hay quienes dicen: “Yo no puedo aprender un idioma porque se me da mal, no lo puedo pronunciar, nadie en mi familia habla otra lengua que no sea la nuestra, en mi entorno no necesito aprender otra cosa, yo trabajo para un banco español ¿para qué voy aprender inglés?”
Y te cuento, que ese último caso fue la respuesta que un cliente director de un banco, me dio hace algunos años.
Si te ves reflejado en alguno de estos ejemplos, entonces, puedo pensar que estás aceptando una sola percepción.
La pobreza de una persona, de una región o de un país, es culpa de la creencia de ser pobres que ellos mantienen.
Si tú no cambias el sistema de creencias no cambiamos las cosas. No va a pasar nada nuevo, las acciones que realizas te llevarán siempre al mismo resultado.
En la fábula escrita anteriormente, había dos creencias, una la del súbdito que creía que la riqueza era mucho más importante y lo que le deslumbraba del rey.
Por el contrario, el rey, tenía como creencia cultivar su espiritualidad, pues la riqueza, vivir en un palacio, tener dinero no era su prioridad.
No pretendas seguir con los mismos paradigmas, pues seguirás obteniendo los mismos resultados. Si sólo respondes a lo que has creído toda tu vida, no está pasando nada nuevo en ti.
Pero cuando tú crees que sí puedes hacer algo nuevo y cambiar. Entonces, te sorprendes y comienzas a ver consecuencias diferentes.
Cuando los líderes cambian su percepción. El camino se transforma porque éste se llena de optimismo, perseverancia, ganas de iniciar actividades nuevas. Es entonces, cuando el entorno se hace diferente, porque comienza a ver oportunidades donde sólo veía muros.
Comienza a usar sus verdaderas armas de líder, para empezar a trabajar por lo que quiere. Se llena de fuerza y contagia a su equipo, cree y hace creer.
Busca un horizonte y lo señala mientras toda su gente se deja guiar. Vive y disfruta lo que hace, crece con cada nuevo objetivo, evoluciona en cada nueva meta.
“El cambio es ley de vida. Cualquiera que sólo mire al pasado o al presente, se perderá el futuro.”
John Fitzgerald Kennedy