Desigualdad laboral
La desigualdad laboral, se ha visto durante las dos últimas semanas más presente que nunca. He leído y escuchado noticias que me han impactado con la fuerza de su inconveniencia. Para unos, con mucho desánimo y que no dejan de ser positivas para otros.
Lo desastroso de esto, es la perspectiva en temas que creíamos superados. Pero que se cuecen lentamente de maneras muy distintas a espaldas de la sociedad.
La siguiente noticia es una lucha constante por la desigualdad:
La aportación de las mujeres al trabajo mundial es de 52%, ganan 24% menos que los hombres, y ocupan solo un 25% de cargos directivos o de supervisión. Lo dice claramente el Informe sobre Desarrollo Humano 2015 elaborado por la ONU.
“El trabajo refuerza su vínculo con el desarrollo humano cuando va más allá de los beneficios individuales y contribuye al logro de objetivos sociales comunes, como la reducción de la pobreza y de la desigualdad, la cohesión social, la cultura y la civilización.”
Es bien sabido que en todos los países, la situación de pobreza de una mujer viene directamente enlazada a su situación familiar. Una madre soltera requiere de mayor esfuerzo para criar a sus hijos en el plano económico. No quiero que vean la cara de los países pobres al leer este contenido.
Los países que se hacen llamar del primer mundo viven esta desigualdad y discriminación social.
Las mujeres invierten grandes cantidades de tiempo y esfuerzo para aprender, obtener conocimientos, prepararse para el campo de trabajo y al obtener una plaza laboral. No ganará igual que su compañero hombre, ése que tiene las mismas funciones que ella, el mismo horario y la misma carga de trabajo.
Por tanto, se comienza a hablar de la pobreza femenina generada por una situación insostenible que se vincula a esta discriminación. Aunque las mujeres han dado pasos agigantados para llegar a puestos de trabajo antes vetados para nosotras, la remuneración no es igual.
He escuchado a un articulista de opinión, canadiense. Ha dicho, que las mujeres le estamos haciendo un gran daño a la sociedad con el feminismo y tratar de reivindicar nuestros derechos.
También dice que las mujeres canadienses maltratan a los hombres. Por esa situación ellos deben buscarse mujeres de países con menos capacidad intelectual. Y donde predomina el machismo para poder formar una familia.
Se diría que en materia de feminismo, según este señor avanzamos en otra dirección para el fortalecimiento del vínculo familia.
Sin embargo, yo observo, un canadiense del primer mundo. Que discrimina por raza, sexo y xenofobia a las mujeres de otros países menos favorecidos que su país natal.
Y, que además, nos llama discapacitadas mentales, forjadoras del machismo en nuestros países de origen para formar una familia.
Con este tipo de personajes dando opiniones en la palestra pública. Todo esfuerzo de igualdad se cae y gente como él lo destruye.
Las empresas que usan una vara discriminatoria para el cálculo de sueldos. Deberían comenzar por mirar el rendimiento y la calidad de trabajo entre unos y otros, sin menospreciar a nadie.
Haciendo la salvedad de que todos somos iguales, que las diferencias impuestas nos cobran altos intereses en lo social. Y allí, queridos lectores, es donde nos vemos implicados todos.